del
latín: ferre, ‘hierro’; y carril, 'camino de carruajes',
o transporte ferroviario
es un sistema de transporte de personas y mercancías,
rodando sobre un camino de rieles de hierro
"la vía férrea."
o transporte ferroviario
es un sistema de transporte de personas y mercancías,
rodando sobre un camino de rieles de hierro
"la vía férrea."
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Prehistoria, antecedentes
y evolución
y evolución
Siglo VI a.C.
La primera noticia de un sistema de transporte sobre carriles fue una línea de
tres kilómetros que seguía el camino Diolkos, que se utilizaba para transportar
barcos sobre plataformas a lo largo del Istmo de Corinto (Grecia) durante
el siglo VI a. C. Las plataformas eran remolcadas, tiradas, por
esclavos y se guiaban por hendiduras excavadas sobre la piedra. La línea se
mantuvo funcionando durante 600 años. Los carriles en piedra aún perduran.
HISTORIA
DEL FERROCARRIL
MÁQUINA DE VAPOR Y RIELES
CRONOLOGÍA DE SU EVOLUCIÓN
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1769: La
idea de aplicar la máquina de vapor al transporte se llevó por primera vez a la
práctica ya en 1769 bajo la forma de un complicado artefacto, destinado a
correr sobre rieles, construido por un francés, Nicolás Curgot.
Siglo
XVII: El nacimiento del ferrocarril, el primer vehículo terrestre movido por una
fuerza no procedente de un animal, se encuentra estrechamente ligado a la
invención de la máquina de vapor, ideada en el siglo XVII por James Watt.
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1801-1808: Posteriormente, el inglés Richard
Trevithick fabricó locomotoras (1801-1808), si bien estas últimas habían
sido pensadas sólo para el servicio de las minas de hulla y tenían una
aplicación limitada.
Al comienzo del siglo XIX, Gran
Bretaña estaba todavía en plena revolución industrial. Los caminos embarrados
resultaban totalmente inadecuados para atender las necesidades de transporte de
mercancías y personas y los canales presentaban el inconveniente de las
esclusas para salvar las diferencias de nivel.
Los carriles para guiar
vehículos existían ya en Gran Bretaña desde hacía 200 años. Ejemplo de ello son
los de madera que se usaban para llevar el carbón de las minas con caballerías
hasta el medio de transporte acuático más próximo: un canal, el mar o un río.
Con el tiempo, los carriles de madera se sustituyeron por rieles de hierro y se
les añadió un reborde que servía de guía a las llantas de las ruedas.
Los precedentes del tren
Siglo XV - XVI:
Ya
durante el Renacimiento, Leonardo Da
Vinci ideó, sin llegar nunca a realizar su proyecto, la primera
máquina capaz de moverse sin recurrir a la fuerza de un animal.
Siglo XVIII:
A mediados de este siglo, el inventor francés Jacques de Vaucanson, que había dedicado sus esfuerzos al diseño de
autómatas, concibió una suerte de vehículo impulsado por un sistema similar al
de los mecanismos de relojería.
Poco después, un sacerdote de nacionalidad Suiza J. H. Génevois, planeó un aparato similar, accionado por un
procedimiento un tanto extravagante: dos molinos de viento de pequeño tamaño
que se disponía sobre su parte superior.
Siglo XIX: El ferrocarril
Dejando
al margen experimentos más o menos fantásticos que se remontan en el tiempo,
la invención del ferrocarril tuvo lugar
a comienzos de este siglo. Esta nueva forma de transporte, que habría de
alcanzar pronto una enorme difusión precisaba, además de la fuerza impulsora de
la máquina de vapor, de otro elemento: un tipo específico de superficie por la
que deslizarse, pues las carreteras de la época eran incapaces de soportar un
vehículo de tanto peso.
Los carriles de madera se conocían en Europa desde finales de la Edad Media; en
este momento serían sustituidos por los de hierro, aplicados ya en el campo de
la minería, donde estaban provistos de una sección de forma especial que
aumentaba la adherencia de las ruedas de las vagonetas. De hecho, podría considerarse que éstas fueron los primeros trenes en miniatura. A partir de la observación del trabajo en las minas, el ingeniero británico Richard Trevithick ideó la primera locomotora de vapor que se desplazaba por rieles en 1804.
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1808: Cuatro años después realizó la presentación del nuevo vehículo, formado por una
locomotora que arrastraba una vagoneta a lo largo de un breve recorrido. Aunque
el sistema acabó descarrilando, la experiencia alentó nuevos intentos, que
culminaron en la puesta en marcha de las primeras locomotoras destinadas no ya
a la simple demostración, sino a la comunicación entre núcleos a distancia.
1814: La construcción de
una locomotora aplicada al transporte de carbón constituyó un importante paso
adelante. Fue obra del ingeniero británico George
Stephenson, que por su trabajo en la mina estaba familiarizado con el
funcionamiento del motor de vapor. Su potencia era de 40 caballos.
Sin embargo, a pesar de la
victoria de Stephenson, hubo que
resolver muchos problemas de ingeniería antes de que los caminos de hierro
pudieran desempeñar un papel importante en el comercio. Primeramente, por
ejemplo, las ruedas con pestañas que se usaban para mantener los vagones, en la
vía se subían sobre los rieles en las curvas, y tuvo que transcurrir algún
tiempo antes de descubrirse que las ruedas debían quedar holgadas sobre los
carriles. y que podían acoplarse a dispositivos giratorios debajo de los
coches.
La difusión de un revolucionario
medio de transporte
1825: Finalmente,
en este año fue abierto al público el primer ferrocarril a vapor: un conjunto
de vagones arrastrados por una locomotora que utilizaba esta energía, que cubrió la distancia entre las
poblaciones inglesas de Stockton y Darlington (unos 18 km.).
1830: Cinco años más tarde quedó inaugurado el tramo Liverpool-Manchester, que aseguró el tráfico regular de mercancías
y pasajeros entre ambas localidades; la
locomotora, la célebre Rocket, había sido construida por el mencionado
Stephenson. Con las mejoras apropiadas, el prototipo sería utilizado en las
máquinas futuras.
1850: A mediados del siglo XIX se construyeron muchos kilómetros de vía férrea, donde el ferrocarril de vapor había llegado ya a todos los continentes. Uno de los principales problemas de las locomotoras, su excesivo peso para la fragilidad de los carriles de hierro colado, se solventó cuando se empleó hierro forjado en la fabricación de éstos. Más adelante se hicieron de acero, lo que con tribuyó a aumentar su solidez y duración. En cuanto a la velocidad, de los 28 Km. del tren Manchester-Liverpool (1830) se pasó, en la década de los cincuenta, a alcanzar casi los 100 Km./h.
Así
pues, la etapa central del siglo XIX supuso el triunfo absoluto de la locomotora
de vapor, que abarató notablemente el transporte, facilitó las comunicaciones y
contribuyó a modificar los hábitos de las personas, al convertir el viaje en
algo asequible.
Paulatinamente el acento dejó de ponerse únicamente en el aspecto técnico, y
los convoyes ferroviarios destinados al transporte de pasajeros ganaron en
comodidad, algo absolutamente necesario para los trayectos de larga duración.
1863: Con la construcción del Pioneer, un coche de gran amplitud y con altos niveles
de confort, ideado en por George-Pullman,
se marcó un avance decisivo. Llegaron después los coches restaurante y los
coches-cama; puede afirmarse que a finales del siglo XIX viajar en tren
resultaba cómodo en líneas generales.
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1886: También los frenos dejaban mucho que desear, presionaban contra las ruedas y no fueron seguros y de fácil manejo hasta que George Westinghouse perfeccionó el freno de aire comprimido. Además los enganches tenían tanto juego que al arrancar el tren los vagones recibían tan fuertes sacudidas, sobre todo los últimos, que los viajeros eran violentamente proyectados hacia atrás.